Lorre, mi villano favorito.

A Peter Lorre lo maldijo su primer personaje, uno de los más perversos y despiadados que se hayan visto en una pantalla: Hans Beckert, el asesino de niñas más conocido como M, el vampiro de Düsseldorf, título con el que Fritz Lang nos contó esta historia. Maldito en buena medida por sus ojos saltones, su cuerpo pequeño y abombado y su piel sudorosa, los comentaristas decían que tenía “aspecto de sapo”.
En Hollywood, ya era la tradición de odiar a los alemanes, incluso centroeuropeos, que no demostrasen de forma inequívoca que no eran malos. Peter Lorre fue consciente de que su destino era recrear villanos, las audiencias se complacían en odiarle cada vez que le veían. Así surgió el Joel Cairo de El halcón maltés (John Huston, 1941) o el Ugarte de Casablanca (Michael Curtiz, 1942), dos de sus malotes más recordados por el común de los espectadores. La morfina, que consumió durante la práctica totalidad de su estancia en Hollywood para calmar los dolores que le producía la vesícula, dio a su villanía ese aire melancólico. A Peter Lorre se lo maldijo por su fisonomía y su primer personaje. Lorre se vio convertido en un villano caricaturesco, parodiado incluso, en los Looney Tunes, donde el Pato Lucas y Bugs Bunny le golpeaban vilmente para regocijo de los espectadores.
Aunque tenía serios problemas para hablar inglés, trabó amistad con Hitchcock, y el mago del suspense le confió el Abbott de la primera versión de El hombre que sabía demasiado (1934) el segundo de los grandes villanos de nuestro actor. Lorre incorporó al mundo del cine al primero de sus científicos más dementes, el doctor Gogol de Las manos de Orlac (1935). Tras una nueva colaboración con Hitchcock en El agente secreto (1936), donde recreó al mas socarrón de sus malotes, un general mejicano, llegó Mr Moto, un detective japonés que, junto al Charlie Chan, su homólogo chino, constituyó una pareja de investigadores orientales. Ya en los años 50, con su carrera afectada por su toxicomanía tanto como por su cara de malo, Peter Lorre se parodió a sí mismo allí donde hizo falta, mientras los nazis utilizaban su rostro para denunciar la pretendida maldad de los judíos en sus carteles antisemitas, la morfina iba dando a su voz —ronca desde siempre— un tono más grave delante de la cámara. Lorre daría vida a sus grandes villanos del cine negro clásico: El extraño del tercer piso (Boris Ingster, 1940), The Face Behind the Mask (Robert Florey, 1941), La máscara de Dimitrios (Jean Negulesco, 1944), Arsénico por compasión (1943) y La bestia con cinco dedos (Robert Florey, 1946)
Ya en los años 50, con su carrera afectada por su toxicomanía tanto como por su cara de malo, Peter Lorre se parodió a sí mismo allí donde hizo falta. En Casino Royale (Steve Hoefer, 1954) interpretra a Le Chiffre, el primer villano creado por Ian Fleming en su novela homónima. Casino Royale es una adaptación para el programa de la televisión CBS Climax! El episodio, en 3 actos, fue la primera adaptación de la novela, con Barry Nelson como James Bond ("Jimmy Bond"). El agente especial James Bond, con ayuda de Mathis y Leiter, tendrá que derrotar y obtener el dinero de un hombre llamado Le Chiffre y lo hará mediante un juego de póker.
De su final cabe destacar sus trabajos para los grandes de la serie B. Con Corman lo hizo en Historias de terror (1962) y El cuervo (1963), con Jacques Tourneur en La comedia de los terrores (1963). Murió súbitamente, de un golpe que se dio al caer desvanecido el día en que su tercera esposa le había citado para divorciarse.

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