¡EXCLUSIVA! solo para Los Archivos de Strangways.
Házael González autor del libro Como una Bola de Trueno, La Música de las películas de James Bond (Mallorca Fantástica Editors) analiza, en exclusiva para Los archivos de Strangways la más reciente banda sonora de la última película de 007.
Házael G, asturiano de nacimiento y mediterráneo de adopción, es un hombre aficionado a todo y profesional de nada que reparte su vida en múltiples ocupaciones que le reportan satisfacciones de muchos tipos. El cine es, en particular, una de sus aficciones más antiguas, y aunque en los últimos años el interes ha ido derivando hacia otros campos, todavía sabe disfrutar de una buena película y también una banda sonora excelente...mejor, desde luego, si es de James Bond. Miembro vocal de la Associació Balear Amics de les Bandes Sonores y articulista de música de cine desde el año 2000 en la publicación mensual Temps Moders.
Skyfall (2012). Después de
establecer un nuevo récord como compositor de música para películas de James
Bond habiendo realizado cinco de ellas (aunque la plusmarca absoluta la ostenta
por supuesto el maestro John Barry, con once títulos “y medio” si contamos su
“episódica” colaboración en aquella primera Agente
007 Contra el Dr. No de 1962), el
británico David Arnold (que también nació en 1962) tuvo que ceder el testigo a
otro compositor a la hora de componer “Skyfall”, oficialmente debido a sus
compromisos con el olimpismo, ya que fue el encargado de componer la música
para los juegos olímpicos de Londres celebrados en 2012 (en los que por cierto
también tuvo un papel estelar nuestro James Bond, encarnado cómo no por Daniel
Craig, y siempre al servicio de Su Majestad Británica). De esa forma, y casi
sin acabar de creérselo del todo (aunque desde luego, tuvo mucho que ver su
vinculación con el director de la cinta Sam Mendes, con quien ya había
trabajado varias veces en el pasado, y que según el propio Arnold fue la causa
real de que él no compusiese la música de 007 por sexta vez), fue como el
reputado compositor estadounidense Thomas Newman (1955) pasó a hacerse cargo de
la banda sonora de la que con el tiempo se convertiría en la película más
taquillera de la saga Bond de todos los tiempos.
Y tal y como Sam
Mendes se desenvuelve como pez en el agua en el universo Bond siendo fiel tanto
a sus propias reglas como a las del personaje, lo mismo hace Newman, desde los
iniciales toques arábigos del primer tema, “Grand bazaar, Istambul”, que
comienza con dos de las primeras notas más famosas de toda la historia de la
música de cine y acaba con algunas parecidas, hasta el suave misterio de “New
digs” o las afiladas sonoridades de “Brave New World”, pasando por el misterioso
y onírico piano de “Jellyfish”, las variaciones de “Quartermaster”, los
preciosos juegos con la canción principal y el tema de Barry de “Komodo
dragon”, la trepidación de temas que necesitan ritmo como “The bloody shot”,
los heroicos compases de “Tennyson” y “Enquiry”, o la curiosa sonoridad de
“Adrenaline”, que cierra el disco. En conjunto, se trata de un trabajo muy
válido que a priori puede sorprender un tanto al espectador (sobre todo después
del buen hacer al que Arnold nos tenía acostumbrados estos últimos años), pero
que sin duda se disfruta muy mucho, y que además mereció nada menos que una
nominación al Oscar (algo nada habitual para una banda sonora de la saga).
Habrá que esperar a la próxima película para saber si Newman volverá, y qué hará
entonces...
Y una mención
aparte, por supuesto, merece la canción “Skyfall”, compuesta por Adele junto
con su compositor habitual Paul Epworth (quien también la arreglaría para
orquesta junto a J. A. C. Redford) y que cuenta con una poderosa interpretación
que le valió nada menos que un Oscar (aunque parezca mentira, el primero que
consigue una canción Bond), y también un Globo de Oro. Lo que sin duda es toda
una curiosidad es que la canción se comercializase como single (y dejándola
fuera del CD oficial por las eternas cuestiones de derechos, cosa que no es la
primera vez que sucede) y también en formato vinilo (cosa que no ocurría desde
los tiempos de “Goldeneye”, y en aquel entonces fue algo completamente
residual), y más aún: que la cara B de dicho vinilo fuese nada menos que una
versión instrumental de la canción, cosa muy habitual hace pocas décadas
(cuando los locutores de radio usaban esas pistas como fondo para hablar de la
película y del tema principal). De todas formas, y a pesar de que la intención
se agradece, no está de más recordar a los productores que para que una versión
instrumental tenga entidad propia y funcione correctamente, es necesario suplir
la melodía vocal con algún otro instrumento (en lo cual John Barry era un
consumado maestro), y no eliminar simplemente la pista de voz, ya que la
composición resultante es del todo huérfana y extraña.
© Házael González y Los archivos de Strangways.
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Thomas Newman y Sam Mendes dos de los "padres" de Skyfall. |
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